78.NICOLÁS REQUENA : LAS MANOS DE LA PALABRA
NICOLÁS REQUENA : LAS MANOS DE LA PALABRA
Las manos humanas, creadoras de la
civilización, forjadoras de imperios y sociedades. Usadas para hacer el bien y
hacer el mal. Las manos son también creadoras de historias; dejan una huella
indeleble o efímera sobre el papel que hace que quién plasme alguna de esas
historias, tenga la posibilidad de ser recordado mediante el noble arte de la
escritura, y danzar por siempre en las mentes de generaciones venidas y por
venir.
Nuestro J.A. Ramos Sucre no fue una excepción. Él plasmó su huella en el papel con sus manos olorosas al salitre oriental venezolano. Ellas imprimieron sus vivencias y sentimientos mediante su pluma, para al final rubricar con su firma lo inolvidable. Esas hojas manuscritas, que aún permanecen con nosotros en la Biblioteca Nacional, atestiguan las palabras preñadas de su poesía única. Y para quienes hemos tenido el raro honor de sostenerlas en nuestras manos, damos el testimonio que contagian a quien las lee de una dulce tristeza. Nos hacen ver a través de sus ojos insomnes su manera de ver el mundo. Invitan a caminar junto al bardo por las calles solitarias de una ciudad dormida, haciéndonos sentir de forma inexorable la grandeza de las almas atormentadas, llevándonos al encuentro de un símil triuno de Milton, Blake y Poe en el cálido sol del Trópico.
El testimonio manuscrito de Ramos Sucre constituye un bien de incalculable valor. Son los trozos de un hombre que hizo de la poesía su razón de ser. Alguien que, quizás, en su muy breve paso por este mundo, nunca imaginó que aquellas palabras pintadas por sus manos, nos iban a acompañar en los pasos de una Ruta que se alargará más y más, mientras haya quien haga de las ensoñaciones una especie de Eucaristía que alimente su espíritu y sus vigilias ensimismadas.
Nuestro J.A. Ramos Sucre no fue una excepción. Él plasmó su huella en el papel con sus manos olorosas al salitre oriental venezolano. Ellas imprimieron sus vivencias y sentimientos mediante su pluma, para al final rubricar con su firma lo inolvidable. Esas hojas manuscritas, que aún permanecen con nosotros en la Biblioteca Nacional, atestiguan las palabras preñadas de su poesía única. Y para quienes hemos tenido el raro honor de sostenerlas en nuestras manos, damos el testimonio que contagian a quien las lee de una dulce tristeza. Nos hacen ver a través de sus ojos insomnes su manera de ver el mundo. Invitan a caminar junto al bardo por las calles solitarias de una ciudad dormida, haciéndonos sentir de forma inexorable la grandeza de las almas atormentadas, llevándonos al encuentro de un símil triuno de Milton, Blake y Poe en el cálido sol del Trópico.
El testimonio manuscrito de Ramos Sucre constituye un bien de incalculable valor. Son los trozos de un hombre que hizo de la poesía su razón de ser. Alguien que, quizás, en su muy breve paso por este mundo, nunca imaginó que aquellas palabras pintadas por sus manos, nos iban a acompañar en los pasos de una Ruta que se alargará más y más, mientras haya quien haga de las ensoñaciones una especie de Eucaristía que alimente su espíritu y sus vigilias ensimismadas.
Imagen : Nicolás Requena
Nicolás Requena nació en Caracas,
cursó estudios de Archivología en la UCV y se desempeñó como Especialista en
Información en la Colección de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca
Nacional de Venezuela. Actualmente se dedica a la narrativa y la poesía, siendo
miembro de los círculos literarios Sinenomine y Calvaria Et Corvis. Es también
colaborador de la Ruta Poética José Antonio Ramos Sucre.
Correo
Electrónico: nicor21@gmail.com
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