43.MARIA CALCAÑO Y JOSE ANTONIO RAMOS SUCRE


María Calcaño 1906-1956

Sus libros: Alas fatales (1935), Canciones que oyeron mis últimas muñecas (1956) y Entre la luna y los hombres (1961). En 1996 se publicaron sus Obras completas. Monte Ávila Editores edita los libros: Anotaciones (1940) y La hermética maravillada (1938)


De la mano de José Antonio Ramos Sucre estaremos difundiendo la poesía venezolana, lo cual será un objetivo de la Ruta Poética, y una herramienta didáctica y creativa, para que los niños, niñas y jóvenes puedan reconocer el patrimonio cultural y literario de la Nación.

Para conmemorar el próximo 8 de marzo, "Día Internacional de la Mujer" y al 21 del mismo mes, "Día Internacional de la Poesía", estaremos colocando en este blog referencias y poesías de poetas venezolanas y de nuestro José Antonio Ramos Sucre.

Han sido muchos los esfuerzos de las mujeres escritoras para poder dar a conocer sus obras, publicar sus libros, difundirlos, dejar su Ser en el lenguaje escrito. Debemos recordar que muchas mujeres escritoras tuvieron que disfrazarse de hombres para Ser escritoras en el espacio público.


En esta ocasión, queremos recordar a la indomable poeta venezolana María Calcaño. Su belleza y su libertad nos hacen pensar en los orígenes ancestrales de una tierra que se ha negado  siempre a la dominación.

En esta ocasión, la Ruta Ramos Sucre cederá el paso a las mujeres hasta el 8 de marzo. En la visita a la Biblioteca Nacional, el día 5 de marzo en la Colección de Libros Raros y Manuscritos observaremos sus obras de puño y letra, dado que ambas personalidades compartieron un tiempo histórico y pudieron hacer de la poesía una forma de vida.


De Alas fatales (1935)

Cosmos
Una gran desnudez:
mi cuerpo
y la noche…
¡Pero sueño en el alba!
Alba:
abertura de sangre
y de alas.
Y el pájaro
dueño del bosque
con un trino…
¡La vida
es este montón de tierra fértil!
El hombre
y yo
somos la quimera.
Dios
en su grave verdad.
Y sobre nosotros
como una maldición
esta sombra monstruosa…








José Antonio dibujado por los niños y niñas de la escuela 19 de abril
archivo digital La ruta poética y biblioteca de la escuela


Edad de plata

Yo vivía retirado en el campo desde el fenecimiento de mi juventud. Lucrecio me había aficionado al trato de la naturaleza imparcial. Yo había concebido la resolución de salir voluntariamente de la vida al notar los síntomas del tedio, al sentir las trabas y cadenas de la vejez. Yo habría perecido cerca de la fuente del río oscuro y un sollozo habría animado los sauces invariables. Mi cisne enlutado, símbolo y memoria de un eclipse, habría vuelto a su mundo salvaje.
Había dejado de visitar la ciudad vecina en donde nací. Me lastimaba la imagen continua de su decadencia y me consolaba el recuerdo de haber combatido por su soberanía.
Mis nacionales ejercitaban sentimientos afectuosos en medio de la infelicidad y me llamaron del retiro a participar en un duelo general. Rodeaban la familia de una doncella muerta en la mañana de sus bodas.
Yo asistí a las exequias y dibujé el movimiento circular de una danza en la superficie del ataúd incorruptible. Meleagro, el mismo de la Antología, escribió a mi ruego un solo verso en donde intentaba reconciliar al Destino.

José Antonio Ramos Sucre

El cielo de esmalte













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100.-José Antonio Ramos Sucre-La voz eterna de la poesía venezolana