23. BREVE RESEÑA DE LIBROS RAROS. BIBLIOTECA NACIONAL

Biblioteca Nacional guarda libros raros

LA DIVISIÓN DE LIBROS RAROS, MANUSCRITOS Y ARCHIVOS DOCUMENTALES DE LA BIBLIOTECA NACIONAL DE VENEZUELA ALBERGA IMPORTANTES COLECCIONES DE LIBROS TANTO VENEZOLANOS COMO EXTRANJEROS. CUSTODIA EDICIONES ORIGINALES Y ÚNICAS EN EL MUNDO, ASÍ COMO BIBLIOTECAS DE PRÓCERES VENEZOLANOS COMO FRANCISCO DE MIRANDA

Ya es bien sabido que el centro de Caracas es un territorio histórico. Cada esquina encierra un cuento que le atribuye más personalidad. Al Norte, en la parroquia Altagracia, en menos de un kilómetro cuadrado, se encierra un sinnúmero de secretos y misterios. Empezando por el virgen Mausoleo de Bolívar que, si ya se ha repetido miles de veces lo que él encierra, nosotros, los mortales, no estamos seguros de ello. Más abajo se ubica el Panteón Nacional, donde se resguardan los restos de los más gloriosos próceres de la nación, porque de sus almas ya no queda nada. Al frente de esos dos grandes monumentos, más discreta, pero más misteriosa, se encuentra la Biblioteca Nacional de Venezuela.

Dentro de un edificio de 80 mil metros cuadrados se albergan aproximadamente tres millones de volúmenes debidamente clasificados. Dentro de esa clasificación existe la División de Libros Raros, Manuscritos y Archivos Documentales, en el piso dos de la biblioteca. Está dirigida por Gabriel Saldivia, un tipo sencillo que pudiera ser más raro —por la cantidad de libros extraños que su cerebro ha procesado—, pero se controla. Saldivia tiene 28 años como bibliotecario y se conoce de arriba abajo los libros que resguarda el departamento a su control: es un libro abierto.
Los libros raros se clasifican de muchas formas, no solo por lo extraño que puede llegar a ser su contenido sino por su año de publicación o por su formato. Los manuscritos y las colecciones personales también entran en esta clasificación. Según Saldivia, la División de Libros Raros de la Biblioteca Nacional “es famosa” entre los que buscan libros sobre la Inquisición, época medieval y oscurantismo, aunque, si se le hace una radiografía a las colecciones, son pocos los libros que se encuentran sobre ese tema.
La colección más grande es la de Pedro Manuel Arcaya, abogado, historiador y político seguidor de Juan Vicente Gómez. Ahora su biblioteca está internada en la Biblioteca Nacional y contiene más de 173.000 volúmenes. Investigadores han afirmado que es muy posible que en la colección P. M. Arcaya haya libros escritos en francés que ni en la misma Francia se encuentren. El libro más antiguo de la Biblioteca Nacional data de 1461 y está en latín, no tiene una traducción clara de su contenido, pero entra en la categoría por su antigüedad y por su formato: un libro pequeño, como de 10 centímetros, cuando en aquel momento lo usual eran libros de gran tamaño. No existe el libro más raro, no hay una selección “específica” de libros raros. Todos los libros encierran un misterio. Muchas veces resulta imposible saber cómo llegó una publicación o un manuscrito a Venezuela y, más aún, a la Biblioteca Nacional. Lo más lógico es que se le relacione con viajeros europeos.
—Cuando yo trabajaba en la biblioteca de San Francisco, mi jefe me mandó a buscar un sobre en el Centro Nacional de Conservación de Papel que quedaba en La Trinidad. Cuando me monté en el autobús, a mi lado había una señora con una niñita que estaba comiendo compota y tenía un desastre aparente. Y yo tranquilo, hasta jugaba con la niña llena de compota. Yo no sabía lo que llevaba en el sobre. Cuando voy a mitad de camino lo abro y leo: “Memorias de Mamá Blanca, Teresa de la Parra, manuscrito original”. En ese momento la compota la vi gigante, casi me da un infarto, hasta me cambié de puesto. Cuando se anda con un manuscrito original de Teresa de la Parra, cualquier cosa puede pasar. Además, estaba escrito en lápiz de grafito, menos duradero —contó Saldivia.
Una referencia obligada de la colección es La historia de Cornelia Bororquia. La víctima de la Inquisición. Novela epistolar cuyos hechos ocurrieron durante la terrible Inquisición española. Es una recopilación de las cartas que Bororquia le escribía a su padre, a su novio y a su familia mientras estuvo encarcelada en calabozos donde nunca entraba un rayo de luz. La novela narra los últimos años de una hija del gobernador de Valencia, mártir de un vil arzobispo de Sevilla que quiso abusar de ella. La raptó, pero justo en el momento en que quiso someterla, Cornelia lo acuchilló. Fue juzgada por la Inquisición y, aunque se sabía de su inocencia, fue condenada a la hoguera por asesinato de un prelado: no aceptaron que fue en defensa propia. Esta novela perteneció a la lista de libros prohibidos en España hasta 1820. La Biblioteca Nacional tiene una edición de 1846 cuya primera página reza: “Nueva Edición. Enteramente conforme a la original y aumentada con un resumen de la historia de tan odioso tribunal”.
Otro manuscrito interesantísimo es Relación y testimonio íntegro de la visita a Caracas del arzobispo Martí de 1771. No eran más que notas sobre los lugares que el prelado visitaba, algunas hechas con cierto tono de ironía, otras obsesivamente descriptivas. Por ejemplo: “Día 19 de marso de 1783, salimos del pueblo de Lesama a las tres y quarto de la tarde, y llegamos a las seis y quarto de la misma tarde al pueblo de Altagracia, distante cinco leguas. Una legua y media, poco mas o menos, antes de llegar a este pueblo de Altagracia, pasamos por medio del pueblo de San Rafael de Orituco”. Más adelante escribiría: “El vicio predominante de este pueblo es la borrachera, y donde se emborrachan mas estos indios es en las vegas del río o quebrada Macayra y con la caña dulce que allí cogen hazen guarapo fuerte y se emborrachan, y se están en dichas vegas hasta veinte días sin venir a la Doctrina, ni a Missa”.
Otro libro, raro por su oscuridad y por su inhumano contenido, es un Manual de Inquisición, donde alfabéticamente se ordenan los castigos que los inquisidores destinaban a los “herejes”. Según García Bacca, un filósofo y traductor español, nacionalizado venezolano, el contenido de ese manuscrito es único en el mundo.
El trabajo de un bibliotecario en el Departamento de Libros Raros no solo debe enfocarse en conocer a fondo lo que tiene en su jurisdicción, también es su deber conservar cada uno de los ejemplares. La conservación de un manuscrito depende tanto del soporte como de la tinta. En el Centro Nacional de Conservación de Papel se hacen tratamientos con papel japonés con pega a base de arroz para contrarrestar las perforaciones de la misma tinta: el proceso de oxidación —ningún manuscrito escapa de él— dependerá de la época de la tinta —en algunas fue muy mala— o de la longevidad del libro. También se deben tomar en cuenta la temperatura y la humedad para que no ataquen los insectos. Existe el “pececillo de plata”, que se come la pega de los lomos. Pero el más temible es el que perfora las páginas; le llaman “el reloj de la muerte”, porque trabaja de noche y en silencio, así que la única manera de salvar una colección que haya sido embestida por ese insecto, es colocando música a todo volumen en la biblioteca.


Gran parte del ala oeste de la División de Libros Raros está compuesto por estanterías llenas de libros con cubiertas de pergamino de los años 1500 en adelante; algunos tienen décadas, siglos que no se leen. El olor es penetrante, los muy paranoicos pensarán que se asfixian, pero no es juego: existen cuentos de un pasante que casi muere de alergia al polvillo. “Con ese polvillo se puede salir con un virus del Renacimiento”, comenta Saldivia. Cuando se le pregunta por qué se emociona tanto al hablar de libros que poco tienen que ver con nosotros o que parecen poco especiales, contesta: “Cómo no me voy a alegrar, si esto es lo único que tenemos. En Europa hay colecciones milenarias, pero es que allá tienen una tradición que aún no podría decirse que existe aquí”. El Museo Británico absorbió por completo la biblioteca de Francisco de Miranda, en la Biblioteca Nacional solo hay 60.
Según Saldivia, después de salir de El Tocuyo, más nunca viajó sino a Cuba. Viajar, cosa que no le hace falta, pues a través de los libros ha conocido el mundo. Además, “aquí uno se conmueve o pasa rabias con los manuscritos. Estuve trabajando con cartas y libretas de Teresa de la Parra y pasé ese tiempo deprimido al leer las cartas donde iba describiendo las peripecias de su enfermedad”.
A la División de Libros Raros, Manuscritos y Archivos Documentales en el piso dos de la biblioteca se puede entrar cualquier día: se aconseja precaución, puede marcar un antes y un después para el cerebro humano.

FUENTE: MARÍA BETANIA CHACÍN - http://www.ciudadccs.info

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